miércoles, 16 de enero de 2013

Capítulo 17: La profunda tristeza que puede sentir un corazón


Habían pasado unos dos días después del entierro de Anna. Recuerdo que los Marsden, tratando de ser amables conmigo, me habían invitado a comer con ellos en infinidad de ocasiones y en todas, decline su invitación. No estaba con ánimos de soportar sus miradas llenas de lástima, aunque sé que lo hacían por tratar de ser amables conmigo, no podía…simplemente no podía.

Ese mismo día había tenido que ir a reinscribirme en la Universidad, algunos profesores que conocieron a mi tía, y alguno que otro compañero, me había brindado sus condolencias.

-Gracias-era lo único que podía decirles, no se me ocurría otra cosa. Ni una sola.

Me sentía sola, me sentía como si ya no tuviera a nadie en el mundo. Stuart había hecho hasta lo imposible para animarme, me había sacado a caminar, había insinuado irnos a Londres por unos días, había dicho que si quería le daría un golpe a Lennon por lo que había dicho el día del funeral de Anna, que si yo quería podíamos ir a la feria de Blackpool. Y yo, me sentía fatal rechazando cada una de sus propuestas, entendía que se preocupaba por mí…pero saliendo, bebiendo, yéndome de vacaciones, o yendo a una feria…no podía llenar el vacío que sentía dentro de aquel espacio que se supone que ocupaba mi corazón…si es que tenía uno.

Me quedaba todo el día en casa, trataba de pasar un rato viendo televisión, oyendo la radio…nada funcionaba. Ni siquiera me concentraba al leer a Austen, Shakespeare, Dickens…quién fuera. No, no podía concentrarme en sus escritos…lo más que llegaba a leer era el capítulo número dos de cualquier lectura, para después darme cuenta de que solo estaba perdiendo mi tiempo.

Todo en la casa, me recordaba a Anna, desde el jardín, su habitación, inclusive la mía.

Todo, en todos los espacios había una parte de su esencia.

Era horrible sentir, que de repente…todo el mundo se me venía encima, porque me sentía sola…muy sola. ¿Ahora qué se supone que debía de hacer? Fue uno de los momentos en donde realmente sentí que tenía que crecer, tenía que dejar de ser una niña…para intentar ser una mujer.

Aunque en realidad, era una niña espantada, buscando esconderse debajo de la falda de su madre…una falda que ya no estaba y que ya no podría encontrar.

Sentía mucho resentimiento por mi mamá…por haberme abandonado…no lo hizo cuando falleció. No, mi madre me había abandonado desde hacía ya mucho tiempo.

Si no hubiera sido por Anna, quizá, yo no hubiera estado estudiando una carrera.

Mi mamá siempre tuvo que solventar todos los gastos que yo implicaba, y en alguna ocasión, me dijo que ella solo me apoyaría hasta que yo saliera del colegio, que si quería ir más allá, yo misma debía de ver que tenía que hacer para lograrlo. Era una niña asustada.

Una niña asustada como cuando me quedaba sola bajo el cuidado de mi hermano, recuerdo que gritaba llorando porque no quería que mis padres se fueran a una de sus “fiestas” que terminaban regresando a las tres de la madrugada, recuerdo que me moría de miedo…miedo del monstruo que podía salir debajo de mi cama, del monstruo que podía venir a comerme y llevarme a un lugar feo y oscuro.

A pesar de que era una “adulta” todavía seguía siendo aquella niña…la que lloraba muy fuerte cuando comenzaban las tormentas eléctricas, porque le tenía miedo a los truenos y a los relámpagos. La que le tenía miedo a los fantasmas, a los monstruos y a los duendes.

La que tenía miedo de que la dejaran sola en el mundo, porque pensaba que no podría ser los suficientemente fuerte para sostenerse en un mundo lleno de odio y miseria.

La que tenía miedo de caerse y que no hubiera nadie para ayudarla a levantarse.

La que no podía dormir en la noche porque tenía miedo de enfrentarse sola al mundo. Muchas veces me sentí sola, triste y asustada…más de lo que alguien se pueda imaginar. Porque muy pocas veces alguien me pregunto si no estaba asustada…el dejar de ser una niña y comenzar a ser una adulta. Se supone que debía de ser responsable y capaz…pero yo no me sentía así.

Quizá era que yo me tenía muy poca estima o quizá era que conocía bien mis capacidades. No sabía que hacer…que decir o cómo actuar.

¿En verdad alguien me quería?

¿Alguien se preocupaba por mí?

Nunca me sentí realmente querida, hasta que llego Anna. Antes de ella…recuerdo que muy pocas veces sentí que realmente mi mamá me quería, nunca sentí el cariño de mi padre y tampoco el de mis hermanos, siempre sentí que yo era un estorbo para todos ellos, sentía que sin mí…todos estarían mejor. Quizá por eso ninguno se había comunicado conmigo para preguntarme como estaba, si había comenzado a estudiar o si tan siquiera, había comido aquel día. No, ninguno lo había hecho ¿Qué era lo peor? Que creo que nunca lo iban a hacer.

Tampoco sentía que les preocupaba, mi mamá solía irse durante horas…dejándome totalmente sola, con la excusa de que yo ya estaba “grande”. En esas ocasiones recuerdo que muchas cosas me pasaban por la cabeza…recuerdo que enfrentaba todos los miedos que me atormentaban, como ahora. ¿Por qué nunca me quiso? Siempre era la pregunta que tenía en el pensamiento ¿Por qué nunca fui lo suficientemente buena para ella? ¿Por qué nunca quería estar conmigo? Siempre parecía que estaba huyendo de mí, que no quería estar conmigo, que prefería estar en donde fuera, excepto conmigo.

Cuando era niña y ellos salían, muchas veces me quedaba despierta esperándolos…y solo me encontraba con un regaño por parte de mi padre y cuando era grande…recuerdo igual preocuparme por mi madre, porque no llegaba…aunque también, solo llegaba dándome regaños.

Nunca valoraron el que yo me preocupara por ellos…y siempre rechazaban todo el cariño que les daba…el cariño que yo quería recibir también. Un cariño que jamás me dieron y si lo hicieron…fue realmente muy poco.

Cuando fui creciendo se solían quejar de mi personalidad ¿Era realmente mi culpa ser así? Que vieran a la niña que siempre rechazaron, la que necesitaba un abrazo y jamás se lo dieron, la que necesitaba apoyo y comprensión y le fue negado.

Que se pusieran a pensar en todas las veces en que tuve que jugar sola, en que tuve que comprender sola, en que tuve que estar sola… en que tuve que entender todo tan rápido, porque si no lo hacía yo sola, nadie me enseñaría a hacerlo.

Cuando era niña, me gustaba enfermarme, porque recuerdo que era en la única ocasión en que realmente toda la atención que requería, los cuidados que necesitaba y lo el cariño que yo tanto anhelaba me eran otorgados. Era por lo mismo que mi cumpleaños siempre fue una fecha muy especial para mí, porque me hacía sentir un poquito especial. Solo un poco.

Recuerdo tener sueños de niña pequeña…sueños que fueron destrozados muy pronto, también recuerdo haber tenido sentimientos, sentimientos que fueron pisoteados, necesidades que fueron ignoradas, lágrimas que yo sola me tuve que secar, decisiones que nadie jamás me ayudo a tomar. Siempre estuve sola y quizá era mejor hacerme a la idea de ello.

La última persona que lo había intentado había sido Anna y ahora ya no estaba.

Con cada cosa como aquella que me pasaba, una parte de mi corazón se endurecía, un sentimiento moría.

Era una insensible, alguien que no podía sentir…porque jamás supe que era un sentimiento.

Alguien que no podía dar amor, porque tampoco sabía que era eso.

Alguien que no sabía dar, porque no sabía el significado de aquella palabra.

Alguien que no podía ser feliz, porque estaba destinada a la desdicha eterna.

Alguien que jamás sería querida, porque no podía dar amor.

Alguien llena de malos recuerdos, resentimientos, enojo y rabia con todos aquellos que alguna vez me habían hecho daño.

Alguien que trataba de parecer fuerte, cuando por dentro estaba llorando muy fuerte y sollozando en la noche para que nadie pudiera ver el dolor que tenía dentro.

Era aquella niña asustada que no sabía qué camino tomar, que no sabía cómo actuar y como enfrentarse al mundo y a la vida y que sentía que si cometía un error…la vida se le escaparía de las manos…

Una niña asustada, eso era yo.

¿Qué triste, cierto? Era un pobre niña de la cual había que tener lastima.

Pero nadie se daba cuenta de ello.

Y entonces tendría que ir caminando por las calles, llorando por dentro y desangrándome y tratando de curarme yo sola…porque no creía que nadie viniera a tratar de curarme.

Porque estaba sola.

No importaba, la niña creció y los sueños han muerto.

Mis sentimientos han muerto.

Una parte de mi corazón ha muerto.

Inclusive yo…creo que he muerto.

No lo sé.

Pero necesitaba salir de allí…necesitaba caminar, a donde fuese…solo caminar. Salí de mi casa con paso apresurado y fui a dar a un pequeño parque muy cerca de allí…encontré una banca vacía y me senté, a observar el sol, los pájaros cantando y las nubes en el cielo.

Comencé a jugar con mi cabello y a tratar de contener las lágrimas que ahora más que nunca, querían salir de mis ojos, logrando empañar mi gafas… entre toda la confusión en la que me encontraba, vi una sombra que parecía estar lejos pero estaba muy cerca.

Era Lennon sentado a la sombra de un árbol, fumando un cigarrillo y viendo hacía ningún lugar en particular. Me quede observándolo mucho tiempo, porque había algo en su mirada…había algo que me mantenía mirándolo…quizá las muy pequeñas y casi imperceptibles lágrimas que parecía estar derramando…no, debía de ser otra cosa…y entonces me descubrió viéndolo ¡Mierda! Aparte rápidamente la mirada, tratando de no que no se notará mi nerviosismo, estaba demasiado mal para alguna de las estupideces de Lennon, era algo que prefería ahorrarme y…

-¿Lily? –dijo una voy más que conocida.-

-Stuart ¿Qué haces aquí?-dije tratando de disimular que sentir su mano en mi hombro me había asustado y mucho.-

-Iba de camino a tu casa…¿Qué haces aquí?-pregunto inspeccionando curiosamente todo el parque.-

-Nada, nada…solo vine a tomar algo de aire fresco-dije tratando de dibujar una sonrisa.-Pero creo que ya fue suficientemente ¿Vamos a mi casa? –dije y el asintió con una media sonrisa dibujada en su rostro. En cuanto me puse en marcha a mi casa, trate de ver si Lennon seguía allí…muy tarde.

Se había ido.

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¡Hola! haha esta vez regresé mas rápido, primeramente ¡Feliz día mundial de The Beatles! un día hecho para celebrar la beatlemanía pero eso se hace siempre ¿No? bueno, espero y les haya gustado el capítulo x) haha y pues me salió muy dramático {denle las gracias a Pink Floyd y a su canción 'Mother'} y si alguna vez se preguntan porque hay tanto dramatismo es porque quiero que conozcan bien los sentimientos de Lily, habrá gente a la que no le guste, pero a mi me gusta llegar a una gran profundidad con los personajes...bueno, en el capítulo anterior solo 4 personas me comentaron... creo que ya se hartaron de esto ¿No? bueno pues...ni modo ¿Que puedo hacerle? Mary, muchas gracias por haberme dado la idea de la parte final del capítulo c: y Debbie, gracias por tus 5 comentarios del capítulo anterior haha! estás bien loca(?) Y bueno a todas las que todavía lean esto, les mando un saludo y un abrazote {ojo, que yo nunca doy abrazos, eh? x)} bueno, la próxima semana ya entro a clases! :c espero que no me jodan tanto para seguir actualizando seguido :D Nos vemos! 

miércoles, 9 de enero de 2013

Capítulo 16: Ya no estás



Eran las tres de la madrugada, aun sentía las lágrimas, cayendo sin para, por mis mejillas. Había perdido la noción del tiempo…no sé en qué momento Stuart se había marchado. No me acordaba de nada y realmente no quería hacerlo… ¿Para qué?

Estaba tan mal, que me quede dormida en el sofá de la sala…porque ni siquiera tenía las fuerzas suficientes como para subir las escaleras y toparme con la habitación de Anna…su olor, su esencia…todo estaba allí.

Cerré mis ojos, esperando que todo fuera una pesadilla…pero bien sabía que no era así. Los cerré y sentí como de nuevo, las lágrimas salían sin esfuerzo alguno y no sé cómo ni en qué momento…me quede dormida.

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-Lily…-comenzó a decir una voz.-

-¿Si?-dije mientras tallaba mis ojos-

-Despierta…es hora de enterrar a Anna.- dijo la señora Marsden.-

-Oh-dije entrecortadamente- ¿Tan rápido?-fue lo único que se me ocurrió decir-

-Bueno…son las diez de la mañana, rápido no creo que sea la palabra correcta, ¿Puedes apresurarte?-dijo sin perder el tono amable, y aunque no lo hubiera tenido ¿Por qué habría de decirle algo? Si ella era la que se había hecho cargo de todas las cosas que implicaba el funeral de Anna.

Subí hacía mi habitación y me puse la clásica ropa negra…la primera que encontré. Me vestí de una forma en que mis manos solo parecían moverse sin saber lo que realmente estaban haciendo, sin que mi cerebro les mandará las señales…porque mi mente aún estaba ocupada tratando de analizar el hecho de que mi tía ya no estaría más conmigo…y que estaba sola, de nuevo, mas sola que nunca.

-Estoy lista-dije bajando rápidamente y entonces nos encaminamos al cementerio de Liverpool, en el auto de los Marsden.

Michael estaba manejando, Josephine estaba a su lado y Grace y yo estábamos en la parte trasera.

En el trayecto solo sentí la insistente mirada de Grace…por momentos me miraba, después yo volteaba a verla y ella volteaba a ver hacía otro lado…en algún momento me llego a desesperar, si yo hubiera estado bien y fuera la Lillian de siempre, le hubiera dicho que se dejara de tonterías y me dijera que mierda era lo que quería, pero en esos momentos solo quería dormir…y hasta el hablar sentía que era un esfuerzo demasiado fuerte para mí.

También sentía las miradas de sus padres sobre mí…susurraban sin parar…ni siquiera tenía el ánimo suficiente como para prestarles atención.

Me acurruque en una esquina del auto y me quede apoyada sobre la ventana, viendo pasar muchos rostros y muchas casas, me sentía fuera de mi misma y no sabía que hacer o que decir, esto era peor que cuando mi madre había fallecido, porque allí tan siquiera tenía a Cristal conmigo…aquí no tenía a nadie…bueno, tenía a Stu, pero ¿Por qué el tenía que cargar con todos mis problemas? No era la responsabilidad de nadie, solamente mía, eran mis problemas, mis sentimientos y yo tenía que ver la manera de solucionarlos y de enfrentarlos, porque nadie más lo haría por mí.

-Hemos llegado- dijo Michael Marsden y enseguida los cuatro bajamos del auto, para mi sorpresa –bueno, no tanta- se encontraba medio Liverpool, todos vestidos de negros, el clérigo, muchas, muchas, muchas flores.

-Son rosas blancas-susurré-

-Sus favoritas-dijo Josephine. En efecto, las rosas blancas eran las favoritas de mi tía, tenía muchas en el jardín, ahora ¿Quién cuidaría esas rosas? ¿Qué pasaría con su casa? ¿Qué pasaría con todo el amor que les había dado mientras las plantaba? Se irían a la mierda.

-Buenos días, hermanos…-y entonces comenzó el padre a dar la misa luctuosa, sí, creo que así se le llama. ¿Qué tanto dijo? No tengo la más mínima idea, solo recuerdo ver muchas rostros, algunos con lágrimas, algunos con gestos de angustia…otros tantos con rostros inexpresivos. A todos nos dolía su perdida…pero a quién más le dolía, era a mí.

-Lily-dijo Stuart detrás de mí y solo puso su mano en mi hombro y yo se la estreche fuertemente y no dije nada, no hice nada y el tampoco.

-Lo lamento mucho, Lillian-dijo la señora Harrison- Todos queríamos mucho a Anna.

-Gracias, Señora, sí, todos la queríamos –dije. Y así, escuche como más de esos “Lo lamento mucho, Lillian” fue demasiado desesperante.

-Creo que es hora de irnos-dijeron los señores Marsden-¿Quieres que te llevemos, Lily?

-Yo la llevaré a su casa, no se preocupen-dijo Stuart dándoles una sonrisa cálida.-

-Si necesitas cualquier cosa, y me refiero a cualquier cosa puedes contar con nosotros-dijo la señora Josephine con una expresión muy amable.-

-Muchas gracias, Señora Marsden, es demasiado lo que usted ha hecho ya, organizar el funeral y el entierro de mi tía, gracias, en verdad-dije

-Anna era como mi hermana…cualquier cosa, solo házmela saber-dijo dándome una pequeña palmada en el hombro y yéndose junto con Michael y Grace…

-¿Estas mejor?-dijo Stu con una mirada seria.-

-Solo quiero que sepas que lo lamento mucho y que también cuentas conmigo para todo-dijo Grace regresando varios pasos atrás para decirme aquello, que me dejo sorprendida.-

-Gracias Grace, lo tendré en cuenta-dije dándole una sonrisa ligera.-

-No tienes porqué agradecer-dijo mientras me devolvía la ligera sonrisa.-

-¿Estas mejor?-pregunto Stuart de nuevo.-

-Mi tía Anna, quizá la única persona que realmente me ha querido en toda la vida…acaba de ser enterrada…estoy perfectamente, Stu-dije con ironía cruel, muy cruel ¿Cómo sé que era algo cruel? Porque pude ver como Stu caminaba a mi lado, no decía nada y veía sus zapatos como las cosas más interesantes de este mundo.-Joder, lo lamento…en verdad, perdón.

-No te preocupes, yo nunca he perdido a nadie, y no entiendo tu dolor, fue una pregunta estúpida-dijo mientras me veía fijamente-

-Perdóname, Stu, en verdad…todo esto y el hecho de que a veces digo puras y tremendas estupideces, no son una buena combinación.

-¿Te has podido despedir bien de ella?-pregunto alzando una ceja. Tenía razón…realmente no había podido decirle muchas cosas, porque no sabía que decirle y había demasiada gente a mi alrededor.

-No, no lo eh hecho-dije deteniendo mis pasos secamente y regresando hacía su tumba.

Me paré justo enfrente de ella, había sido enterrada al lado de mi tío Ed, como a ella le hubiera gustado. Se podía leer en finas letras Edward Miller (1913 – 1943) Amado esposo junto con la otra inscripción, la que se acababa de hacer Anna Murray Miller (1920 – 1959) Amada esposa y amiga. La lapida se encontraba rodeada de rosas blancas, recién cortadas, hermosas.


-Tía…-comencé a decir- No sé qué decirte, no encuentro las palabras correctas para decirte todo lo que siento por ti. Muchas gracias, por todo…te estaré siempre muy agradecida, por haber creído en mí, por sentirte orgullosa de mí, porque fui lo suficientemente buena para que me tuvieras cariño, para que me consideraras parte de tu familia y porque hiciste lo que mucha gente no ha hecho: me quisiste. Y jamás, te prometo que jamás, lo voy a olvidar y te prometo, te prometo con todo el corazón que voy a tratar de ser una mujer lo suficientemente buena para ser reconocida como una digna sobrina tuya, gracias, Tía, infinitamente…gracias. Por todo…por todo –dije y entonces sentí que las lágrimas volvían a invadir mis ojos.

-¿Estas lista?-dijo Stu detrás de mí, quizá había escuchado todo.

-Sí, estoy lista-dije mirándolo firmemente.-

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-¿Tú crees que algún día me deje de doler?-dije mientras le daba un sorbo a mi té, estábamos en la sala de mi casa, bueno, la casa de Anna.-

-Claro, Lily, algún día, tu dolor va a ser muy, muy, pequeño-dijo mientras me estrechaba la mano.-

-Gracias, Stuart-dije viéndolo con una media sonrisa.-

-Sabes que no tienes porqué agradecerme, Lily, para eso estoy a tu lado ¿No? Para apoyarte.

-Gracias-dije de nuevo.- Ahora no sé qué voy a hacer.

-¿A qué te refieres? –Preguntó mientras también le daba un sorbo a su té-

-Bueno, ya no sé a dónde me iré a vivir-comencé a decir-No tengo dinero, lo cual es peor.

-¿Pero de que hablas? ¿La casa no es tuya?-comenzó a decir.-

-No lo creo, no sé si Anna hizo un testamento y si no fue así, la casa le pertenece al gobierno británico-dije-

-Anna jamás fue una tonta, no creo que haya hecho eso…¿no te dijo nada sobre un testamento?

-Joder, Stu, si me hubiera dicho algo así, no creo que yo lo hubiera olvidado.

-Vamos, Lily, piensa…-comenzó a decir.-

-Ya te dije que n…-la “discusión” que tenía con Stu, se vio interrumpida por el timbre de la puerta.- Iré a ver quién me trae sus condolencias –dije tratando de sonar graciosa, pero soné como una pobre amargada.-

-¿Lillian Arden?-me pregunto un señor regordete, de avanzada edad, con un traje muy elegante, corbata de buen gusto, cabello con varias canas y unos lentes muy graciosos.-

-¿Quién pregunta?-dije mientras examinaba al personaje minuciosamente.-

-Soy el abogado Norman Johnson, mucho gusto –dijo mientras tendía su mano y yo se la estreche.-

-Mucho gusto –dije igualmente- Sí, Soy Lillian Arden ¿Qué desea?

-Primero que nada, lamento la pérdida de su tía, era una gran mujer – comenzó a decir- Vengo a tratar asuntos legales, que le conciernen.

-Oh, bueno…-comencé a decir un poco dudosa- Pase, por favor.

-Gracias-dijo mientras pasaba y le daba una sonrisa amable a Stuart.- Mire, Señorita Arden, su tía dejo un testamento –quizá Stu, tenía voz de profeta- ¿Usted sabía de eso? –negué con la cabeza- Su tía debió de decirle que ella tenía el original de aquel papel tan importante –entonces comencé a recordar…recuerdo que me dijo “Lily, en el segundo cajón del tocador…recuerda que allí hay cosas que podrán ayudarte ¿Bien?”

-Quizá…creo saber en dónde está ese documento.-dije

-Bien, la señora Miller la nombró dueña de todo. –Muy bien, tenía que estar jodiéndome.-

-¿Ah?-pregunte alzando una ceja.-

-La Señora Miller tenía la posesión de esta casa y dos cuentas en el banco. Usted es dueña de absolutamente todo.

-¿Me está jodiendo?-dije de repente. -Ni siquiera sabía que Anna tuviera cuentas en el banco.

-¿De qué cree usted que vivían, entonces?-dijo mientras soltaba una risita por lo bajo.- Su tía tiene una cuenta que creo que era el ahorro de toda la vida de ella y su esposo, es una generosa cantidad y la otra cuenta, es la cuenta del estado, le pasaban una pensión mensualmente, era una indemnización por haber perdido a su esposo en la guerra y bueno, esta casa está totalmente pagada, todo es suyo, señorita.

-¿Esta seguro?-dije asombrada…no podía creerlo.-

-¿Usted es Lillian Georgina Arden Murray, cierto? –Asentí – entonces no hay error alguno. En el momento en que su tía falleció, todo quedo bajo su disposición y demanda, como usted es ya mayor de edad, entonces no hay ningún problema. Todo en esta casa, es absolutamente de su propiedad – decía el simpático abogado.-

-Muchas gracias, Señor Johnson, muchas gracias –dije mientras le estrechaba la mano efusivamente. No es que fuera una persona que buscara lo material, el que mi tía me hubiera dejado todo Liverpool, inclusive, no hubiera podido llenar el vacío que ella había dejado, pero tenía que reconocerlo, me quitaba un gran peso de encima el saber que aún podría vivir y estudiar allí. Gracias, Tía, Gracias.

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-¿Entonces eres rica?-dijo Stu mientras me acompañaba a la habitación de Anna a buscar el documento, que, efectivamente, allí se encontraba.

-No, solo mi tía me dejo los frutos de su esfuerzo-dije – Ya ni mi madre.

-Ella te dejo una parte de la casa…-comenzó a decir.-

-Sí, Stu, tienes razón…pero sabes que esa “parte” Sebastian la estaba peleando como perro detrás de un hueso-dije comenzando a enfadarme tras recordar su molesta llamada.-

-¿Y ahora, que harás? –pregunto.-

-No lo sé…-dije sentándome en la cama que alguna vez fue de mi tía.- ¿Alguna idea?

-No lo sé- y se encogió de hombros, se sentó a mi lado.- Pero lo descubriremos juntos. Te lo prometo-dijo mientras ponía su brazo alrededor de mis hombros y yo me refugiaba en su pecho, tratando de no llorar.

Oh, Anna.

Como desearía que estuvieras aquí.

Ayudándome con tus consejos.

Guiándome con tu luz.

Pero ya no estás.

Ya no.

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Holi Holus(?) <- Aye si ves eso, va en tu honor XD con tu saludo peculiar, bueno, ¿que les digo? HE VUELTO y saben ustedes que me extrañaron, les vuelvo a pedir perdón, nada salía de mi cabeza...no sé cómo quedo el capítulo, espero que les guste, sé que muchas lo dicen pero esta vez lo siento de verdad, ojalá y les guste porque es lo máximo que pudo dar mi cabeza. Cómo la mayoría de ustedes me tiene en el Facebook y/o Twitter, creo que notaron que me desaparecí unas semanas, fue tratando de buscar mi centro en varias cuestiones, lo bueno fue que realmente me llegaron muchas ideas para esta historia, y creo...que traigo algo bueno entre manos. Bueno, FELIZ AÑO! espero y se la hayan pasado bonito, que el 2012 sea una mierda comparado a lo maravilloso que será este 2013, haha este capítulo sí que es el primero en mucho tiempo y el primero del año, por estás épocas comencé a escribir mi primer fic, ya hace un año...bueno niñas feas :3 nahh están bonitas por ser mis lectoras(?) haha cuídense mucho y nos estamos viendo. 

Ya mero viene mi cumpleaños ¿que me van a regalar? XD es en Febrero...tienen tiempo para ahorrar y comprármelo hahaha no es cierto xD

Ahhh! espero y les guste como quedo la "remodelación" del blog :D